martes, 13 de mayo de 2008

La sabiduría de las emociones

Del mismo modo que las luces del tablero de mandos del
automóvil se encienden e indican que ha subido la tempe-
ratura o queda poco combustible, cada emoción es una luz
de tonalidad específica que se enciende e indica que existe
un problema a resolver.


El miedo, la ira, la culpa, la envidia, etc., son estupendas
y refinadísimas señales, que alertan, cada una de ellas, acer-
ca de un problema particular y su función es remitir a ese
problema.


Por lo tanto, las emociones son aprovechadas completa-
mente cuando uno aprende qué problema específico detec-
ta cada emoción y cuál es el camino que resuelve el proble-
ma detectado.


Cuando esto ocurre, uno se concentra en la resolución
del problema y le agradece a la emoción haber orientado la
mirada en esa dirección, por más dolorosa o inquietante
que dicha emoción pueda haber parecido al comienzo.


....


Solemos creer que las emociones son el problema. Que el
miedo, el enojo, la culpa, etc., son los problemas que nos
acosan. Y no es así. Se convierten en problemas cuando no
sabemos cómo aprovechar la información que brindan,
cuando nos «enredamos» en ellas y nuestra ignorancia emo-
cional las convierte en un problema más. Entonces sí, cada
uno de estos estados agrega más sufrimiento estéril a la expe-
riencia que vivimos. Pero, repitámoslo una vez más, no es la
emoción en sí lo que perturba sino el no haber aprendido
aún cómo leer y aprovechar la información que transmite.


....


El amor no es, por cierto, una emo-
ción conflictiva, sino una calidad de energía. Para ser más
precisos, se trata de una calidad de interacción. Esa interac-
ción que se manifiesta en todos los planos y que en última
instancia es la que posibilita la vida. La que permite tanto
que una célula exista y coopere con otra... como, en la di-
mensión más macroscópica, aquello a lo que se refería Goe-
the cuando expresaba: «He visto el amor que mueve al sol y
las demás estrellas...».


...


Cuando se puede encontrar el amor allí donde parece
que el amor no está es cuando se devuelve a cada emoción
su sentido más profundo. Es cuando puede accederse a la
sabiduría de las emociones.


...


LA DIGNIDAD DEL MIEDO


El miedo es una valiosísima señal que indica una


desproporción entre la amenaza a la que nos


enfrentamos y los recursos con que contamos para


resolverla. Sin embargo, nuestra confusión e


ignorancia lo han convertido en una «emoción


negativa» que debe ser eliminada.


El miedo es la sensación de angustia que se produce ante
la percepción de una amenaza.


Es importante aclarar que no existe algo que sea en sí
mismo una amenaza. Siempre lo es para alguien, y depende
de los recursos que ese alguien tenga para enfrentarla. Un
mar bravío, por ejemplo, puede ser una terrible amenaza
para quien no sabe nadar, y deja de serlo para un experto
nadador en aguas turbulentas. Esta observación, que puede
parecer obvia e irrelevante, alcanza toda su significación
cuando se intenta comprender y curar el miedo.


Graciela E. Prepelitchi
Psicoterapeuta Humanista Integrativa

"Solo tan solo como quiera puedo crecer.
Solo tan lejos como busque puedo ir.
Solo tan profundo como mire puedo ver.
Solo tanto como sueñe puedo Ser".

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