martes, 13 de mayo de 2008

El Peligro de los Electrones en el Espacio

Se puede decir que los electrones son los mejores amigos que tenemos
en el mundo subatómico. Nos aprovechamos de su flujo para disponer
de la electricidad que hoy en día sostiene a una parte importante de
la civilización, haciendo funcionar muchos de los aparatos de la
vida cotidiana en numerosas regiones del mundo; desde los
electrodomésticos más tradicionales hasta los ordenadores personales
de última generación. En el espacio, sin embargo, los electrones
pueden dejar de resultar beneficiosos, volviéndose contra nosotros.
Acelerados hasta casi la velocidad de la luz, los "electrones
asesinos" pueden destruir las computadoras de a bordo, agujerear los
trajes espaciales, y dañar los tejidos corporales de los
astronautas. Una nueva investigación mediante el uso de la nave
espacial de la NASA llamada STEREO está desvelando cómo sucede esto
exactamente.

Los electrones asesinos acechan en los cinturones de radiación que
rodean la Tierra, conocidos como Cinturones (o Anillos) de Van
Allen, en honor a su descubridor, James Van Allen. Los Cinturones de
Van Allen son áreas donde los electrones y otras partículas
eléctricamente cargadas son atrapados por el campo magnético de la
Tierra. Allí sucede algo que convierte a los electrones ordinarios
en demonios de gran velocidad.

La profesora Cynthia Cattell de la Universidad de Minnesota dirigió
un equipo que ha encontrado a un posible culpable de esa
transformación: las ondas de radio más potentes de su tipo que se
hayan detectado hasta la fecha en los Cinturones. "Nadie ha visto
nunca ondas tan grandes", subraya Cattell. "Son más de diez veces
mayores que las que conocíamos".

Las ondas estudiadas por Cattell y sus colegas son un tipo especial
de ondas de radiofrecuencia que ha sido conocido desde la Primera
Guerra Mundial, cuando se descubrió que los relámpagos generan ondas
de esta clase.

Las ondas recientemente encontradas tienen mucho en común con
ciertas olas del mar que llegan a algunas playas. Ambas toman a los
surfistas, ya sean personas o bien electrones, y les transfieren
energía. Los electrones que absorben bastante energía de estas ondas
en los Cinturones pueden alcanzar un 99 por ciento de la velocidad
de la luz, aproximadamente 297.000 kilómetros por segundo.

La revelación más sorprendente es lo rápido que esto ocurre. Se
pensaba que serían necesarias múltiples interacciones entre las
ondas y los electrones, en el transcurso de varios minutos o incluso
decenas de horas. Sin embargo, los investigadores han constatado que
los electrones se energizan en la décima parte de un segundo.

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